La alumna Vega Casas Orgaz nos propone un relato sobre un tema muy sugerente, el de los viajes en el tiempo... pero, ¿y si no todo ocurre como lo hubieras esperado?
Faltan unos minutos para que se abra la cápsula del tiempo.
Cuando empiezo a pensar si debería pulsar un botón para abrirla, la puerta de
la cápsula se abre. Me viene un olor a carbón quemado y mugre. Este lugar me
suena de haberlo visto antes. Mientras camino, hago ruido pisando madera
cubierta por escombros; el interior parece ser de una fábrica abandonada; hay,
lo que parecen ser, ordenadores y máquinas destruidas por los tablones caídos
del techo. Tras dar vueltas por el sitio, encuentro la salida. Afuera no hay
nadie, me alejo unos pasos al frente para poder mirar el edificio. Me doy la
vuelta. En frente de mí hay una fábrica enorme envuelta en una capa de polvo violeta
y azul, estoy en Chernóbil.
Me da un vuelco al corazón cuando me doy cuenta de que el
velo violáceo está formado por gases nucleares y que he viajado al día
posterior del gravísimo desastre, la explosión nuclear de Chernóbil. Me miro
las manos y son de un color entre morado y azulado. Me empieza a doler la
cabeza, me fallan las rodillas y caigo al suelo, rozando mi mejilla con el frío
cemento.
Me consigo levantar haciendo un esfuerzo como el que no
había hecho nunca, consigo salir de la zona de máxima radiación, me siento aún
peor y vuelvo a caer al suelo. Espero desesperada a que alguien me encuentre;
me desmayo…
Me despierto en una sala luminosa, tengo tubos y suero
inyectados en mis brazos y en el cuello. Por la puerta, entra una enfermera con
rasgos pálidos y rostro delgado. Me dice que he estado ingresada en el hospital
durante dos semanas, me da el alta y unos medicamentos para tomar hasta que las
manchas azules de mi cuello y cara desaparezcan. Vuelvo a la cápsula del tiempo
para volver al presente; ya he tenido suficiente aventura por hoy.
No te pierdas el precioso cómic de Enrique Muñoz:
Los departamentos de música y de EPV han trabajado con sus alumnos para ilustrar -en dibujo y en música- el maravilloso libro "Las Ciudades Invisibles" de Italo Calvino. Podéis ver el resultado en la página de Fomento de la Lectura de la Consejería de Educación:
Me parece conmovedor el relato de Sheila... ¡gracias por compartirlo!
ResponderEliminarMe parece muy esclarecedor el relato de Sheila... ¡gracias por compartirlo!
ResponderEliminarUna reflexión muy sensata...
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